27 ago 2009

Conclusión

Madre: ¿por qué este mundo?
¿Qué vida me entregabas al nacer
del calor de tus jóvenes entrañas?
¿Por qué estos días para la desgracia?
Tanta inocencia sé que me soñabas…
Y hoy soy sólo la rabia, el puño cerrado
que aún invoca ante algunos inocentes
el último reino sagrado de la venganza.
No he sido valiente ni he luchado
por lo que en verdad creía justo.
Pero te aseguro, madre, que he sufrido
la burda palabra del necio y el aire
feliz del indolente burgués que no he sido.

No sé qué hago yo en este mundo.

¿Y qué sueño ha de concebir un soñador enfermo
para resarcirse de esa oscura vergüenza
que envilece su nombre ante la luna inalcanzable?