27 jun 2009

para no creer en lo soñado

Lo cierto es que jamás sabré quién soy.

Y a ciegas me interpreto amando,
volviendo solo hacia otra oscuridad.

Y como si hoy, pese a mí mismo,
fuera también otro,
supongo aún muchas opciones.
Pues la ficción en la memoria
de cuanto pudo ser perfecto,
es la explicación velada
a emplear cada vez que me arrepiento
de hallar consuelo soñando la verdad.

No me oculto: se derrumba
la profundidad de los espejos
en los que creo observar
el dudoso sueño de mi vida.

Y miento. Sé de mí la soledad.
Mas la verdad es un peso muerto
que tira de mis horas vanas:
estoy creando un sucio laberinto
del que jamás podré escapar creyendo.