4 jun 2009

aprender de la herida

Y qué puedo aprender yo del triste grito
que reservo siempre para mí mismo.
Cómo decir lo que dice el llanto.
No hay sabiduría en la violenta herida,
sólo el opaco malestar, la duda
irracional que mata los sentidos,
el estigma del frío y de la rabia.

Porque la única enseñanza posible
que guardan el puñal y la discordia,
es la temprana imposición del sufrimiento
al que uno debe acostumbrarse cada día.

Dejar sólo que toda intensidad
se disipe en su propio magma,
que la crueldad corriente insista,
hasta que parezca amañado
el juego de claudicar amablemente
ante la vana sonrisa de la muerte.
Dejar sólo que la noche pase huyendo
mientras la locura merodea
en los más oscuro de nuestros abismos.

Porque el dolor sólo nos enseña
a ser lo suficientemente fuertes,
a herir desde el dolor mismo
que en la verdad hunde sus raíces.