2 may 2009

Porque la soledad no existe...

No hay soledad, te digo.
Es cierto que a veces un cuerpo
se marcha lejos sin avisar,
y su ausencia, luz última del mundo,
es en realidad el invierno.
Pero has de entender
que aun así siempre habrá alguien
que no deje de temer por ti, alguien
capaz de contener en sí la noche
con tal de apaciguar la sombra
que da la soledad a quien renuncia.

Pero no, no hay soledad…
A tu alrededor hay otros
que, aunque no te escuchen todavía,
estarán siempre a punto de hablarte.
Otros que sabrían conocerte
si tú supieras que la soledad
es infinitamente más cierta que la vida,
pero sólo porque aún crees en ella.

Escucha: ¿no los oyes?
Son los pasos del mundo.
La realidad avanza hacia sí misma.
Pero tu realidad te busca a ti,
cada día tratas de soñarte
y a los demás contigo. Insiste.
Porque la vida es esa forma
que tenemos todos de inventarnos.

¿No lo ves…?
Te digo que no hay soledad.
Y si la hubiera,
si cedieras por un momento,
y, por un momento,
nadie más quisiera estar contigo,
si tú estuvieras sola,
yo también lo estaría,
siempre, sin remedio,
porque la soledad no existiría
sin nosotros, amantes solitarios
que hacemos compañía a los ausentes.