23 abr 2009

Inminencia

Aún has de tardar en aprender
el tranquilo idioma que te guíe
hacia el páramo milenario, ese lugar
donde hoy duerme tu misericordia.
Esta vida y sus continuos imposibles
te han hecho cruel a ojos del asombro.
Desprecias la ternura y el silencio,
y aseguras no sufrir por nada
que pudiera volverte sospechoso
de soñar con una tristeza más humana.
Pero tarde o temprano has de aprender
a hablar sintiendo próxima la muerte.
Aprender a mirarte en el espejo,
a desear el olvido al verte
convertido en esa imagen vana
que se tuerce lentamente hacia la sombra.
Y cuando te hayas compadecido
cada día de tu culpa, también sabrás
que la conmiseración es el dolor mismo
de quien siempre te verá perdido
en lo más hondo de tu rabia.

Hasta que un día hables desde la herida
que pone en cada uno
la vital conciencia de la nada.