1 mar 2009

sin trascendencia

Y no saber quién te guía, qué juez,
qué implacable y poderosa sombra,
qué insensata sospecha, qué anhelo,
qué oscuro y cotidiano motivo
estará escrito al final del poema.

No saber qué mirada estremecedora
guía los pasos taciturnos de la muerte,
hace que en las calles atestadas
todos parezcamos inocentes
y terribles vagabundos.

Porque no hay un más allá.
El cielo es sólo la promesa del olvido.
Y no saber quién te guía
es la esencia misma del destino
que debes aceptar en soledad.