24 mar 2009

la libertad de la bestia

Dime si a la deriva de estos versos
hay un buen corazón primitivo,
un pulso voraz y perpetuo
que se devore a sí mismo,
algo así como un animal enloquecido
que contagie su ancestral locura
a otros animales vacíos y absolutos.
Porque estoy cansado de las formas
que describe el humo en la palabra,
dime si también tú, como yo mismo,
ignoras en voz alta el secreto
de la verdadera altura de la luz
y del páramo sagrado de la culpa.

Dime. Porque he sido el animal oscuro
que danza desnudo en su derrota,
que araña los muros de su soledad
y el envés cifrado de un mundo
más simple que esta ciudad inhóspita.

Dime si soy algo más que un nombre,
acaso un salvaje, sombrío e inocente,
que conoce los ardides de la muerte
y los pasos inconformes de la vida.

Ya que nada quedará de esta verdad,
ya que seremos el olvido y la corriente,
aplaquemos las ansias de la bestia
sacrificando nuestra condición grotesca
de intranquilos pensadores. Obremos.

Que nuestros actos sean más hermosos
que cualquier sueño infinito a la deriva.