9 mar 2009

experiencia

Interminablemente he recorrido
los jardines mudos de mis noches,
y las playas halladas al atardecer,
y los bellos cementerios,
y los parques, nublados y perfectos,
en que la soledad despeja la memoria.
Y nada nuevo aprendí del sentimiento.

Quizás aún no he llegado a mi hora.
Me enfrento a una ciudad huidiza,
a una ruidosa verdad sin verbo,
a una evidencia que no se pregunta.
Me enfrento a ti, experiencia.
Y a ti, desolación crucial del sueño,
que detienes mi raíz a ras del suelo.

Sólo dejaré de mí los versos
que mientan un nombre verdadero,
dando testimonio de la vida ajena
que pasó por mí como la sombra
que deja tras de sí cada sol muerto.
Yo dejaré mi incertidumbre
escrita por entero
en lo más hondo del olvido.

Y entonces tú vendrás a mí,
realidad o quimera: fuego,
bastión último de un corazón
que siempre luchó en secreto,
siempre consigo mismo:
hasta derrotarse venciendo.

Porque, aunque sea muriendo,
debo extraer de toda lid
la última verdad del sentimiento.