25 feb 2009

sobre verdades y otras sutilezas

Se escribe la verdad con signos
implacables y disputas a muerte,
con indiferencia ante el fracaso,
con el sufrimiento anónimo
de todos los que ignoran cuanto saben.

La verdad,
esa que poco a poco nos ganamos
desoyendo las verdades del tirano,
que aprendemos dejando que nos duela
la palabra inaudible del vencido,
se adivina solamente en la mentira
de aquellos que sonríen
convencidos a la muerte.

La verdad no es ángel ni demonio,
diríase que está más allá de toda moral,
más allá, incluso,
del juicio de esos locos
que aseguran conocerla.

Si has de apostar por algo,
ama tercamente a una mujer,
a un hombre, un paisaje:
ten tu propia forma
de eludir el miedo
y de asombrarte ante la vida.

Y si has de amar una idea, hazlo.
Pero te aconsejo, lector,
que ya no dejes nunca
de observar la realidad
que, impune,
pretendes alterar soñando.