4 feb 2009

para unos pocos

A los que buscáis la tristeza
desamparados por el amor
y heridos por las estrellas.
A los que, desesperadamente,
os olvidáis de vosotros mismos,
y a fin de perdurar amando,
lloráis por la huída inevitable del deseo.
A vosotros, en definitiva,
lectores elegidos por un loco azar,
encallados hoy en la extraña orilla
de una playa infinita sin nadie,
donde este poema es la excusa
para dividir el silencio
en sutiles notas de misericordia.

A vosotros os esperaré siempre
bajo la noche arbolada de cipreses,
allí donde un corazón aguarda
ser devorado por los feroces perros
de la soledad más común:
la que abarca nuestra propia imagen,
la que pretende participar del poema
desde la desnuda intimidad del sueño.

Soledad que no alcanza a reflejarse
en la invisible soledad
de nuestros compañeros de viaje.