2 dic 2008

Nunca sé a ciencia cierta
por qué la tristeza.
Aun así, hay días que se instala conmigo
en la difusa concepción de mis sentidos,
y ahí permanece su tiempo, intranquila,
recordando conmigo sus cosas,
inventando prodigios, callando,
haciendo real el ruidoso silencio
de las horas difíciles.

Permanece conmigo, me asombra,
y luego, sin mediar llanto ni sueño,
me abandona fríamente
a la suerte de todas mis noches.

¿Por qué? ¿Quién le dijo que viniera?
¿Quién que se marchara así,
sin antes haberme explicado del todo
su triste vocación de inocente?