25 nov 2008

Resulta incómodo todavía,
después de haberme sabido derrotado,
enfrentarme a falsas certidumbres,
perseguir la realidad en las palabras
que un sórdido encuentro con la vida
dejó naciendo en mi conciencia.
La vida, esa mujer que llora cuando escribo,
persigue algo de mí que ya no existe,
es la madre que hoy lamenta
el tiempo que pasó como una duda.

Es también la amante que aún me arrastra,
que aunque mañana pudiera ser distinta,
siempre parece tocada de tristeza
toda la belleza de su alma.
Pero yo le escribo a ella, a la vida,
a ti, amante que hoy me niegas
la posibilidad de ocultarme
tras estos versos presentidos en la nada.

Escribo como si supiera
qué decir para apaciguar el llanto
de esa mujer que llora cuando escribo
y de esa otra que piensa en mis palabras.