17 nov 2008

Es claro este destino
de perseguir las huellas de tu nombre.

Pues es simple estar en pie tocando el aire,
y proseguir con el humano sueño,
con la terrible elocuencia
que vaciará el poema
y determinará las sendas
y los principios sin tiempo.

Alta eres, como la sombra
que llena de melancolía el pulso
contenido entre los besos jóvenes.

Alta eres. Como la sombra.

Como la sombra de los templos
en mí sucedes, y abres tu tempestad
a la verdad cambiante de los días vencidos.
Y porque te siento, eres delirio
que abre su cauce vivo
a mis palabras de negra tierra.