30 oct 2008

Detente, amor, contempla el día,
su ritmo incipiente, su canción probable
de brisas templadas por la luz oportuna.
Detente, por favor, hoy y siempre,
y pon el suave roce de tus dedos
sobre el alma atenta que sólo tuve de niño.
El día nos aguarda dentro
con su baile indiferente de preguntas,
con otro gris octubre que termina
entre lluvias celestes y palabras tristes.
Porque el día, amor,
el día es la derrota y es la fábula
que mañana contaremos sonriendo
a quien no quiera creer en nuestra historia.