10 ago 2008

Paseaba libre mi imaginación
por la senda de un paisaje extraño.
Era yo el viajero que conoce los caminos
que jamás pisó antes de ahora.

En sueños, la soledad me pertenece,
como se dice que en algo pertenece
el sol de oriente a los poetas.
En la vida, sin embargo,
la soledad es una tierra estéril,
emplazada, con terrible exactitud,
en la frontera de una libertad inútil.

¿De qué me serviría hoy
transitar los parajes secretos del alma,
si nada de lo que allí viera
podría ser comprendido por nadie?

Si la experiencia, como la ficción,
no pudiera ser contada, su importancia,
como la de cualquier realidad,
se confundiría con la cifra gris
que la muerte deja sobre nuestra conciencia.

Y sin embargo, a solas recorro cada día
los rincones más oscuros de la luz.
A solas me enfrento cada día
a la idea de alejarme un poco más de ti.