25 ago 2008

Acaso un infinito día gris
mis palabras sean para todos
negros sueños calculados
por cualquier otro.

Soy el arma de mi desconcierto.
Estoy abocado a soñar,
a perseguir la sustancia de mi reino,
y a no hallar más que palabras
escritas en la intimidad de una ficción.
Soy el vacío puesto en mi voz,
el viejo azar que te procuro
a modo de descuido.

Pero, acaso un infinito día gris,
mis palabras sean las de otro
que por sí mismo ganó un nombre,
que para todos dejó su reino
abierto a cualquier verdad imposible.

Suéñame, amor. Suéñame otro.
Sólo así podré decirte un día
sin que parezca que miento
todo lo que tus sueños cuentan.