29 jul 2008

La muerte, como amor terrible,
reclama siempre lo que es suyo.
Y quizá le pertenezcan de nosotros
el atardecer perfecto
o cualquier distancia
o las fábulas secretas del secreto olvido.
Quizás el dolor de haber hallado
la simple realidad imperfecta
de los sueños corrientes.

Sin embargo, la muerte,
que describe un triste círculo
sujeto al paso del tiempo,
a veces se encapricha de aquello
que no puede pertenecerle.

Como amor terrible
quisiera poseerlo todo,
de tu corazón a mis versos,
de mis versos a la noche
que soporta el peso del deseo.

Pero, si hay algo que jamás obtendrá
de esta historia hecha con nuestro tiempo,
es, precisamente, la forma con que siento
tu cuerpo junto a mi espalda,
abrazándome
como aquella sombra que perdí
cuando dejé huir a la primavera
más allá del invierno.