20 jul 2008

El día que quieras comprender
las razones que queriendo se suceden,
cuídate del mañana falso y del adiós,
del soberbio espejismo del olvido,
del nombre inmaculado que la muerte
emplea para designar nuestros deseos.

Cuídate de todos los amaneceres viejos,
en los que ninguno pudimos despertar
pensando los largos acertijos de la noche.

Cuando venga la vida a reclamar
la verdad que sólo atañe al sentimiento,
recuerda que el amor es la sombra más alta,
la duda primera, el camino sin márgenes,
oscura inocencia que sólo ha de proyectar
la más hermosa esperanza.

Pues, el día que quieras comprender
la forma con que el sol te mostrase
la verdad en los patios vacíos del alma,
vuelve tu rostro hacia dentro y recuerda
que el amor es en sí la razón y la duda:
la noche y el día, la unión del silencio
con la palabra que así nombra la vida.