10 jun 2008

Lentamente se abre la casa
a la luz silenciosa que el alba deposita
en las blancas paredes, en las ventanas frías
que semejan cuadros tenebrosos,
lentamente, quizá no tengan prisa,
los pájaros de ayer inician de otro modo
la fiesta solitaria de este día.

Lentamente, quizá dormir lo sea todo,
un amor se despereza y otros duermen
como si dormir fuera olvidarse
de la vida que el viviente necesita.

Antes de que la ciudad prospere
reconstruyendo su inercia amenazada,
alguien abarcará el puro sortilegio,
la silenciosa luz que el alba deposita
sobre ese cielo vivo
que recuerda un verano prematuro.

(Alguien abarca el vacío de este mundo
cada vez que se despierta
y comprende que está solo.)

Quien sepa llenar de luz ese vacío
sabrá cómo hallar en el alba su camino.