3 abr 2008

La muerte, porque yo consiento,
me habla de la muerte,
de sueños infinitos que no entiendo.

Mientras un niño triste por tu ausencia
devora el frío y la claridad de nadie,
se me olvida revelar mi alma
-el fuego que me habita hambriento-
ante los nuevos embates del sueño.

La muerte, porque yo consiento,
me habla de los signos que el silencio
escribe a la sombra del silencio.
La muerte, porque no te tengo,
desnuda las palabras que el amor
convierte en sangre atribulada.

Pero si el verso fluye
todo se presiente, todo
busca refugio en la noche
que aún no puede guarecernos.