5 feb 2008

Hay, para todo aquel que esté huyendo,
una forma precisa al amanecer,
un modo perpetuo de observarse,
un instante muchas veces designado
por la luz que despunta cada día.

Hay un instante aciago,
un minuto irremediable
de existencia pura
que llega con la luz primera
para mostrar del alma su secreto,
miseria de ser aquello que se oculta.

Si en la sombra permaneces,
nada temas. Nada te obliga a ti,
que siempre has estado solo,
a revelar el triste encantamiento.
Encantamiento que,
a ojos de lo amado,
de algún modo te asemeja
a esa hermosa criatura
que vive del misterio.

Mas recuerda que
hay un instante al amanecer,
hay un minuto de luz,
hay una forma de observarse
irremediable como el tiempo
que siempre nos procura
la verdad que más tememos.

Hay en todas las cosas un espejo
que nos recuerda la verdad ante la duda.