4 feb 2008

Conocerse es regresar
lentamente a lo pasado.
Repetir con infinita prudencia
un modo de atesorar el deseo,
de describir la vida,
de constatar un hecho
difícil de apreciar
en un día nublado.

Conocerse es recorrer
un itinerario ya previsto
de un modo distinto y cercano.
Aproximarse al recuerdo,
tejer el traje de lo ya vivido
con la paciencia que lo amado
emplea en arroparnos.

Conocerte, no obstante,
supone abreviar los ojos del destino,
reconstruir lo que no fue destruido,
reinventar el silencio,
la noche,
la palabra
y este modo de andar descalzo cada día
por la tierra prometida de lo humano.

Conocerte es olvidar
que un día fui un extraño,
darle una segunda oportunidad
a este equívoco perfecto,
a ese espacio involuntario
del que surgen,
sin asombro,
los nuevos abrazos
y los viejos retos
que necesitamos.