25 dic 2007

A ti, otra vez, porque no estás sola...




Sé que entre nosotros
aún queda un poema,
una estancia para la tarde,
un verbo para extinguir el dolor,
paciente e inconcluso,
que lo dirá todo.

Todo lo que nos queda por decir
se filtra por entre las rendijas
anaranjadas del deseo.
Todo lo que nos queda por decir
nos quita la palabra desde el aire
y nos devuelve un día de más,
un espejo de menos.
Un invierno sin lluvias ni molinos,
sin cantos ni promesas. Sin abrigo.

Sé que el poema que queda entre nosotros,
incierto como un niño que dormita
en la blanca bañera de agua fría
con las blancas yemas arrugadas,
nos espera al alba
con sus versos trémulos de piedra,
sus esquinas de sol y su indulgencia
inexplorada como un sueño sin testigos.

El poema que queda entre nosotros
se escribe si escuchamos la marea
rompiendo contra el día.
Tu voz frente a mi voz,
mi voz frente a la tuya
reescriben la memoria de las noches
en que éramos ajenos a nosotros,
ajenos al poema
que escribe poco a poco
esta lucha contra la inconsciencia,
este delirio de verdades
que ganamos frente al tiempo
para no estar solos.