5 jul 2007








Van pasando los días, atardeceres contados,
pasan dejando al alma su tranquila lejanía.
El río refleja su misteriosa tristeza dorada,
transformada en luz por lo sagrado,
revuelve al alma herida por los días
en que el amor fuera el reverso de la nada.
De todo aquello queda apenas el legado
que es pensar que el río acaso volvería.
Pasan días, mientras pasa el mismo río,
caudal de espejos engañosos, profecía:
si han de retroceder las aguas presurosas,
que vuelvan para mostrar el tiempo dado.

Si nada nos conforta, si así pasan los días,
que al menos borren estas aguas caudalosas
la idea de vivir según lo ya dictado.