4 jul 2007

Si te hablara de mí con tímida sencillez,
igual que hablan los jóvenes enamorados,
cada palabra interpretada en su tibio sentido
contendría un extraño matiz amargo de tristeza.
Y si quisiera partir lejos de aquí, lejos contigo,
de igual manera que dos jóvenes enamorados,
el viaje culminaría el mismo día grisáceo
en que ya no supiéramos decidir soñando
quién o qué somos cuando amamos.

Este pudoroso silencio contiene la verdad,
la verdad de un tiempo acaecido esperando
en un jardín de soles y cipreses.

Lo pasado, pasado está.

Pero en estos días faltos de misericordia,
el amor nos mira con ojos huraños,
haciendo que ciertas heridas sean
la enseñanza más cruel que no olvidamos.

Y así, si quisiéramos hablar de nuevo,
y sentir como dos jóvenes enamorados,
hablaríamos el lenguaje de las sombras,
usaríamos las manidas palabras del cansancio.

Lo pasado, pasado está. Hasta el amor y el daño.