9 may 2007

Primogénita de la naturaleza nocturna,
amante sombría; edad de mi deseo,
triunfo secreto de la desesperación.
Arrebato a la muerte tu caricia sanguínea,
con decisión tardía te encuentro desnuda
bajo el árbol en llamas de la creación.
Solías partir antes de lo necesario,
volvías al hogar que desconozco
antes de que el amor te interrogara
acerca de tus simples fracasos.

Horadé la tierra incierta de tus pasos
con el ímpetu ciego del desorden,
aceleré el rumbo exacto de la noche
para dar contigo si el alba intervenía.

No te creí amor. Te pensé sangre.
De la misma esencia de mi carne.
Te pensé violento estertor, impureza,
umbral de un crimen casi onírico
en cuyas huellas reside la inocencia.
Te juzgué como a la muerte, cercana y fría.
Te creí mía antes que creerte dueña.

La pasión nos destruyó en nombre de la vida
para restañar aquello que la vida no entendía