22 may 2007

Podrías confiar en mi si quisieras.
Hemos vagado por latitudes distintas,
nos han separado tempranas experiencias.
Hemos demostrado en fugaces ocasiones
nuestra capacidad para amar a un extraño.
En transitorio desorden hemos expresado
emociones que nos han hecho únicos.
Soy tan digno de tu confianza como tú.
Soy un hombre que cree en la razón,
que por encima de la razón sólo ubica el sentimiento.
Y por encima del sentimiento sólo me obedezco a mí mismo.
Puedo mirarte a los ojos y afirmar que te conozco,
aunque tus ojos sean en verdad mis ojos, puedo decir
que no confiarás en cualquiera. Yo tampoco lo haría.

¿Ves como aunque no nos conozcamos
somos casi idénticos, por encima del estado,
del dios que buscas y pese a todo lo distinto?

Sólo confiamos en quién queremos confiar.
Y yo quiero confiar en ti, seas quién seas,
en el profundo sueño de la ciudad,
en la algarabía de fiestas misteriosas.
En el aire mortecino de la tarde,
quiero confiar en ti porque eres diferente a mi.
Y eso podría hacernos crecer igualmente libres,
libres como las canciones que cantaban los esclavos
para olvidar bajo la noche todo sufrimiento.