20 may 2007








He aguardado tu llegada cien semanas,
una lluvia de sal sobre el asfalto inerte
me dice que hay insectos invisibles en las calles
sirviéndose de mi geografía del delirio.
Todo es esperar, lentitud exacta,
sin la presunta garantía del augurio.
No saber también nos mueve, nos reemplaza,
gracias a la combustión de lo posible
la verdad no se estanca en la impotencia.
Un soplo de ingenuidad a veces basta,
una brizna de fe improcedente,
un vago elixir sin burdos fatalismos
a veces bastan para pensarnos vivos.

He aguardado tu llegada cien semanas
pero es posible que aguarde otras cien,
ya que la premura me deja sin oxígeno
y aún no sé si existes por pensarte cerca.