29 may 2007

En la sombra hay jerarquías infinitas,
que tal escaleras, conducen a la altura;
donde el hombre es amado por el insólito poder
inferido por mediocres servidores del orden.
La libertad real no sólo aborrece
de aquéllos que así buscan dominar,
en su orbe callado, los designios plurales
propios de la diversidad. Rechaza también,
como correspondiera a la razón,
dominar a otros para ascender
los peldaños de la infinita jerarquía del amor.
Quien rehúsa toda imposición,
no trata nunca de imponer a su vez
lo que pudiera serle impuesto.

Así el hombre muere o ama, vive o niega,
pero no insiste en la tarea de obedecer
ni en la de ser obedecido persevera.
Pues la libertad sólo puede ser ofrecida
cuando la soledad, tibia realidad electa,
es un signo de consciente insurgencia.