3 may 2007

De tu cadáver, del cadáver del elegido,
de la materia que albergó también la vida,
del fundamento del horror, de tu cadáver…
la obra minuciosa del olvido,
el respeto silencioso de las tumbas.
De tu alma, que viajará hacia las sombras.
De tu pensamiento, influencia última,
esparcida por el mundo sutilmente.

Algo se abrirá paso entre todas las cosas
para observarte después de tu muerte.
Para llevarte, desnudo; para medir tu ternura.
Contemplará la coraza que te sirvió de abrigo,
el aprendizaje por el que te sumaste a la vida.
Enseñanzas que tal vez confundieran
amor y tinieblas en un tiempo de furia.
Juzgará con maternal sonrisa
si fuiste hermoso en el inicio,
si antes de comenzar tu periplo
tus decisiones eran del todo tuyas.
Arrancará el metal innecesario de la superficie,
y buscará, en lo más hondo, inocencia y brillo.
Y si encuentra un resto de luz,
un resquicio de infancia invencible
que no halla podido morir todavía,
te devolverá intacto al mundo
con maternal sonrisa…
arrojando al vacío
el error y la culpa.