17 may 2007

Cada despertar impone un nuevo nombre.
Los durmientes ignoran el próximo puerto,
viajeros forzados del cansancio,
renacen entre naufragios invisibles.
(El retiro hacia la sombra es potestad del sueño.)
Cada despertar impone sus desvelos, su manera
de clausurar lo ya infinito, fruto impensable,
dominio de ese arte que conduce al caos.
Sobre otro punto de la red del alma despertamos.
Los durmientes, saciada sin premura una creencia,
contestamos: la noche sabe el nombre
que cada despertar impone y sacrifica.