27 feb 2007

Quien ejercite su mente en la alegría,
poniendo a prueba la realidad que sueña,
aprenderá algún día a mantenerse en lo alto.
(Sobre la endeble cuerda se proponen
blancas sonrisas a un público circense,
que contempla complacido la proeza.)

La felicidad es el avatar inconsciente
de grandes funambulistas, que a veces temen
caer por capricho hacia la oscura red del fondo.
Pues allí, bajo el cotidiano mérito, se esconden
aquellos pensamientos que revelarían a todos
un verdadero exceso de gracia.

Pero mientras algunos tratan constantemente
de dirigir cada esfuerzo repetido hacia la vida,
hay quien vigila el mundo desde la red
después de padecer una caída violenta.

Para ellos la felicidad es una sombra,
un espejismo forzado por la tensión de la cuerda.
Pues comprenden que la vida se compone
de inútiles juegos que al extremo conducen.
Para ellos la alegría es sólo el producto
opuesto al sentimiento de cada caída; saben
que de mantenerse siempre en la red,
se llenará la vida de tristeza y sosiego.