4 feb 2007







No te evadas de esta tierra,
de sus sepulcros ajados,
sus construcciones soberbias,
aguas maternas y noches veloces.
Esta tierra te ofrece el paraíso de la tarde,
cuando entra la luz más tenuemente
y los árboles callan para todos, cuando,
desde cualquier lugar del anonimato,
puede observarse un nuevo pensamiento
fortaleciendo la mirada de los jóvenes.

No desdeñes esta tierra, la tierra,
el pan reciente de la mañana perfecta,
cuando la felicidad es un grato deber
para cada ser que ha sido niño.
Cuando los pájaros celebran el olvido
con un canto que algo nos recuerda.

No te evadas de esta noche, la noche,
del fin inconsecuente de la melancolía,
así comprenderás que hay un paraíso,
un brillante reverso para cada sombra,
un azul para cada cielo,
un amor y un momento.
Porque hay un sueño que todo lo revoca,
no desdeñes lo que siempre observas,
no reniegues de lo que tocas:
porque no hay nada, nada más allá,
salvo la tierra prometida,
pretendida tierra que no conoces.