8 feb 2007

La disciplina que persigue este corazón
resulta invariable en todas sus formas.
Cimienta el agua todo lo aprendido,
torna viejo e imprevisible por defecto
el sentido del tiempo; esa rara conjetura,
confusión que abarca el instante sucesivo.
Lo que fue, residencia del recuerdo,
no puede haber muerto porque vive.
Lo que será ya ha sido,
por ser también inevitable
fue antes del pretérito.

Y hasta lo que es, es aprendido,
disciplina ajada de lo que vemos.