13 ene 2007

Repito para mí las mismas conclusiones subjetivas
que obtengo cada día desde el fermento de la sombra.
Observaciones casuales, que obedecen al indulto
aunque éste llegue tarde para todos.
Son mis verdades,
el signo comprendido entre dos fiebres
que a veces vaticina su rara incoherencia.
Algunas me sitúan del lado de los vivos.
Otras me alejan del tiempo y sus agravios
y me conducen por entre los reductos mundanales del ocio.
Existo, parte y parte, en lo que soy y en lo que sueño.
A un lado la realidad que quisiera,
a otro, la que debiera ser un poco más perfecta.
Repito para mí, que si en algún lugar ambas se encuentran,
es sólo por gracia del sueño, que así las une para prevalecer
sobre lo que es y lo que acaso fuera. O lo que nunca fue.
Pues si la imaginación trata de conciliar a su contrario
para salvar la distancia entre lo que es querer
y lo que sólo es ser, la realidad se distingue por alejar
lo que siempre ha sido, de lo que podría ser.