3 nov 2006

Cuando oigas hablar a la voz del destino.
Cuando abocado a reinar te sientas
sobre un mundo fortuito de cadenas,
al ángel enloquecido tal vez escuches;
rebelándose febrilmente en tu interior
como para recordarte la libertad plena.
Frente a la imposible elección de tu propio destino,
acaso escuches un desgarrador grito que te nombra.
Podría significar para siempre
el someter sin más tu libertad,
a cambio de un viaje ilusorio
hacia la búsqueda eterna.
Si tu destino estuviera escrito,
apiadarte del ángel conllevaría una cosa sólo:
luchar en contra de un enemigo invencible,
a fin de ser consecuente
con tu elección verdadera.
Pues si la locura es el precio de la libertad,
la libertad será el sueño que nadie entienda.