8 oct 2006



Un tiempo dispar, de hojas y molinos,
quebrado acaso por manos redentoras.
Una fuerza imposible, un valle solemne,
una cruz sometida que interfiere en los albores.
Y además tú y yo; cómo no convencerse
sin referirse obviamente a los hechos desnudos,
a las tumbas prematuras, a los días conjuntos.
Otra vez las preguntas y los labios,
la demora trivial de los pasos deseados.
Otra vez la palabra y sus engaños
conviniendo sus trastornos periféricos.

Un tiempo dispar dominado por la noche,
una noche otoñal consagrada a la penumbra.
Otra vez el deseo es una trampa
donde convergerán la verdad y la calumnia.
Arte de imposibles, fuga de innombrables.
Caminos soterrados que no comprende nadie.
Y además tú y yo mecidos por el aire,
prendidos por un sol de sueños invernales.
Basta una renuncia, un día sin buscarnos;
basta una palabra para que toda esta quimera
se hunda en su prefacio.

Cómo no convencerse para después olvidarse.
Cómo no presentirlo, si lo anuncia la sangre.