27 oct 2006

Para Sofía, mi profesora, como pobre justificación de mis breves tragedias.



No me detengo al anochecer
sino en aquello que se avecina, empujándome
por entre las horas de oscuridad plena.
Trágico es el ejemplo que me inspira.
Mas en el modo de sobrellevarlo dignamente
es donde más siento yo la alegría…
Pues de ser fácil el consumar un destino,
de no haber prueba ni agravio,
no habría sino caminos habitados
por gentes cuya voluntad fuera estéril.
Si es trágico mi afán de contemplar el mundo
es porque siempre quiero observar lo importante,
deteniéndome para sembrar una palabra
que más tarde pueda recordarme el todo.
Lo importante, al final, puede carecer de valor
cuando obtenerlo nunca nos costó
siquiera un instante de la primavera.
Y si la primavera sirviera también de ejemplo
capaz de inspirar el aliento necesario,
a ella dedicaría yo mis versos. Pero,
fue la noche, con su desesperado acento,
la que puso en mí el constante esfuerzo.
Esfuerzo por el que ahora comprendo algo,
que aunque conlleve ciertos sufrimientos,
a diario me demuestra el valor de la alegría.