12 oct 2006

La voz abre sus recovecos al juego de la verdad.
El hombre trata siempre en vano de explicar lo que ama.
Siente que hay un motivo para caminar tras el sueño,

aunque arriesgue más de lo que podría ganar.
La voz del hombre necesita nombrar aquello
que aún sabe hermoso sin saber qué será.
Las palabras parecen faltar y sobrar.
Qué cosa fueras, amor, que no fuera el poema,
el poema en rojo que leí de niño y me hizo callar.
Qué cosa fueras, amor, que no fuera luna, canto,
alborada única que hiciera reír y temblar.

Sí… eres la belleza, amor, la belleza.
¿Pero qué es la belleza sino el misterio de amar?