17 oct 2006

Inútilmente nombras mi camino: nunca fui poeta.
Todo lo que digo se pierde entre acertijos
queriendo desprenderse de las raíces de lo efímero.
Cansado de la luz, señalo hacia el olvido
en busca de unas huellas que nunca nadie ha visto.
Por más que describa a tientas este mundo,
por más que juegue a hipnotizar el corazón ajeno,
mi arte se reduce a exhumar palabras
para convencer a todos de que estuve vivo.

Quede sobre mi voz el hombre
que quiso remediar sus males como un niño.
Pues nunca fui poeta. Nunca.
No hay verdad en ninguno de mis versos,
ni arte verdadero que no sea experiencia.
Quede, sobre la tumba que un día me guarezca,
la señal de un ser anónimo, que amó incasablemente;
no sin dolor, no sin ratos de impotencia,
el verbo impronunciable que guía la belleza.