14 sept 2006

Permanecer del otro lado de la luz,
herido por las ataduras,
combatido por el tiempo.
Hay otra forma de realidad,
otro vestigio del tormento
que fija sus límites en nosotros.
Hay otra forma de ver la luz
reflejándose sobre la sombra
como un animal ignoto.
Permanezco. No sé si mis palabras,
antes de ser expuestas, contradicen la verdad
en todo lo que nombro.

No sé si el hombre es esto
antes de ser nada. Aún así
algo me induce a pensar en la esperanza,
esa simiente que florece
cuando el majestuoso rayo avanza
en mitad de una tormenta.

Todo esto además es nada.
Porque del otro lado de la luz
la distancia justifica cualquier sentimiento.
Y el hombre,
esa cadena de pensares no resueltos,
se abastece aquí de lo que ha sido:
reflejo casi absoluto de lo que será
cuando recuerde su momento de esperanza.