16 jul 2006







Y si cantas, desnudando suavemente las mareas
hasta enderezar las caprichosas fuerzas del silencio,
hazlo por cada vez que esa noche poderosa
depositó en ti el amor de una mirada.
Así hasta que tu canto, sangre sobre la nieve,
tierra virgen en la sombra de la alborada,
inunde el fiel abrigo con sus rosas
encendiendo las antorchas de la distancia.

Y si cantas, que tu canto sea inapropiado,
que no confundan tu voz con la de un pájaro.
Porque todo lo que al hombre revela
está fuera de la hora precisa
para la que el hombre sueña sin testigos.

Y si cantas, que la muerte no iguale tus cadenas,
pues muerte y vida se asemejan
cuando el hombre está cautivo
por su condición de cantor desnudo.

Y si cantas…