14 may 2006

Recuerda que después de hollar la tierra caliente, al habitar el sur donde el cielo orea sus límites; la hierba, el viento, el ciclo en que comienza el despertar febril de toda simiente se enciende en el pecho del hombre, haciendo de éste un tiempo de luz, abierto a los ojos fijos del sueño. La vida que adoleces nunca deja de pertenecerte… eso te dirán los presagios de estío en un nuevo día, después de hollar el sur, la tierra caliente.

Sigue, pues, buen viajero, tu lento camino de agua hasta la noche. Pues tu larga búsqueda ya justifica tu soledad íntima, no te amedrentarán más los negros pensamientos que miden a los viejos guerreros en días funestos.
Sigue tu lento camino.

En cuanto a la vida, no la interrogues… Ella sabrá darte las respuestas igual que a un niño paciente recompensa el silencio, la diaria prueba de saberse inocente.