27 abr 2006

Para todos los amigos que están fuera y en especial para mi amigo David, que se ha puesto un poco pesado:



Os he visto marchar lejos muchas veces.
Compañeros, en la oscuridad de la ausencia
residen cosas como el regreso o el olvido,
como la simple vocación de repetir unidos
el paseo cotidiano que nos conduciría a casa.
Os he visto marchar. Lejos. Muchas veces.
No podría deciros en cuantas ocasiones,
después de recorrer el cielo de la noche,
hallaba entre vosotros el tacto de la espiga.

Pero aunque mucho nos importe
no nos pertenece la amistad.
La palabra del amigo se repite en cada uno de nosotros.
Los actos del amig0 son nuestros propios actos repetidos,
envueltos en la seria insistencia de un reflejo de lealtad.

Pero el amigo vuelca su corazón en otra estancia,
de fulgores más claros que la soledad del mundo.
El amigo debe permanecer primero fiel a sí mismo
aunque su razón le cueste una falsa amistad.

Por eso, amigos míos, compañeros de todo y todo
lo que hayamos esclarecido mientras vivimos,
debo deciros que en la oscuridad de la ausencia
he sentido de forma temprana vuestro regreso.

Y sé que aún queda tiempo para encontrar.