29 abr 2006


El cuadro en cuestión lo he titulado "Ensayo sobre la desesperación". Lo cierto es que no sé si está ya terminado, pero de momento lo veo finalizado aunque con alguna reserva. Si se preguntan el porque del título, puedo darles gustoso mi interpretación, que como ya habrán opinado algunos es igual de valida que cualquier otra. La desesperación viene a estar simbolizada en la imagen del árbol reseco que figura en el centro de la composición. Los dos personajes de la parte inferior del lienzo encarnarían dos actitudes distintas frente a dicho sentimiento. Veamos, la figura que está más a la derecha, representaría con más crudeza el choque con el vacío de la existencia. De ahí que en esta predominen los tonos de azul profundo que reflejan un estado de ánimo semejante al del personaje. De manera más obvia podemos destacar la postura fetal de la imagen y la similitud de dicha postura con la de "el grito" de munch. Luego estaría la actitud casi pasiva del otro personaje, su tristeza es más interior, más sutil, hay un vacío en su existencia, pero lo más probable es que haya llegado poco a poco a él debido a dicha pasividad. Para mí el rosa es el color adecuado para reflejar la melancolía del personaje, pues este color transmite la tristeza de un modo más sutil que el azul. Acaso la diferencia entre ambas actitudes sea que uno lo da todo por perdido y el otro se niega a resignarse. No sé, que cada cual saque su propia lectura.
Y hasta aquí llega lo que he podido sacar en este ratito. Sean buenos y hagan algún comentario. Gracias.

27 abr 2006

Para todos los amigos que están fuera y en especial para mi amigo David, que se ha puesto un poco pesado:



Os he visto marchar lejos muchas veces.
Compañeros, en la oscuridad de la ausencia
residen cosas como el regreso o el olvido,
como la simple vocación de repetir unidos
el paseo cotidiano que nos conduciría a casa.
Os he visto marchar. Lejos. Muchas veces.
No podría deciros en cuantas ocasiones,
después de recorrer el cielo de la noche,
hallaba entre vosotros el tacto de la espiga.

Pero aunque mucho nos importe
no nos pertenece la amistad.
La palabra del amigo se repite en cada uno de nosotros.
Los actos del amig0 son nuestros propios actos repetidos,
envueltos en la seria insistencia de un reflejo de lealtad.

Pero el amigo vuelca su corazón en otra estancia,
de fulgores más claros que la soledad del mundo.
El amigo debe permanecer primero fiel a sí mismo
aunque su razón le cueste una falsa amistad.

Por eso, amigos míos, compañeros de todo y todo
lo que hayamos esclarecido mientras vivimos,
debo deciros que en la oscuridad de la ausencia
he sentido de forma temprana vuestro regreso.

Y sé que aún queda tiempo para encontrar.

19 abr 2006

Cuando la tarde rompía hacia el límite
de una sorda cavidad de azufre; más allá,
una paloma migraba hacia el ocaso,
y tú dejabas un racimo de cenizas
expuesto a la verdad que no puede reinventarse.
Golpeabas, noche a noche, los muros imposibles,
la sombra de una realidad que no puede tornarse.

Del error, un sustrato como de luz fue quedando.
Delicadas enseñanzas que otro muro levantaron,
allí donde la realidad es un muro de imposibles.

Cuando la tarde rompía por entre los rescoldos
de un fuego apaciguado por la vida; más allá,
un hombre miraba los surcos de sus manos.
Y tú comprendías como desde un muro
se puede levantar una división que nos salve.
Que nos situe del otro lado del límite
y nos enseñe a respetar el límite rebasado.

3 abr 2006


Siendo niño, si el niño huye y aguarda,
es más fácil empaparse con la cálida obra
de plena luz filtrada sobre árboles frondosos.
Pues la infancia, lugar inasible para el odio,
es el tramo único y breve de la vida
para el que somos algo más que una mesura...
(acaso una espiga también secreta fábula).
Siendo niño, si el niño canta o vive,
es más fácil merecer libertades sobre un sencillo juego.
Sobre todo porque aunque el niño juege a solas,
siempre contempla la verdad de sus actos
como si estos no conllevaran en sí una victoria.

Siendo niño, si la primavera es veloz como la tarde,
si el niño crece para errar tras cada estrella,
es posible que todo lo sembrado en un instante
germine en forma de tristeza.
Y que el niño vuelva para siempre sus pisadas
sobre la tierra árida de la hipocresía,
para ser admitido un solo día
por otros niños conscientes que olvidaron,
durante el tráfago inútil de la sombra,
la diáfana sencillez de ser tú mismo.