20 mar 2006

Escribo para mi desgracia
acerca de la invariable violación del sueño.
Trato de perpetrar crímenes solemnes,
tales como: despertar a mitad del camino
que une y divide al ojo ante la luz.
Mi realidad es casí mía,
arbitrio de humo en inconexas esquinas
que de forma inevitable sucede al desorden
igual que al desconocimiento puro
sucede casi siempre una razón para sentir.
Manejo cabalmente este arte:
es inútil conducirse por la sangre
mientras un solo reloj se detenga
en la hora justa de despertar o marcharse.

No se obstinen en desacreditarme:
todo lo que sé es desnudarme
en lugares en que la sombra esconde para nadie
la mala fortuna de no saber mentir.